Petróleos Mexicanos (Pemex) ha sido históricamente un pilar de la economía mexicana, pero hoy se encuentra en una situación que, según muchos expertos, es de bancarrota técnica. Con una deuda que supera los 97,000 millones de dólares y un rezago en pagos a proveedores por más de 400,000 millones de pesos, la petrolera enfrenta un escenario donde su operación depende cada vez más del erario público. En Bernez, analizamos la situación de Pemex desde una perspectiva financiera y estratégica, enfocándonos en los efectos que esta crisis puede tener en las finanzas nacionales, el sector privado y la estabilidad económica del país.

Los agujeros negros de Pemex
Deuda que nos ahoga
Con casi 100 mil millones de dólares en deudas, Pemex es la petrolera más endeudada del planeta. Este 2025 tiene que soltar 7 mil 100 millones de dólares en vencimientos, pero no hay lana en caja. Los proveedores llevan meses sin cobrar, y el gobierno sigue siendo el cajero automático. Esto no es solo un problema de la empresa, es un drenaje que nos tiene a todos con el agua al cuello.
Dos Bocas: La promesa que no prende
La refinería Olmeca en Dos Bocas iba a ser el gran golpe de la 4T para la “soberanía energética”. Costó más de 18 mil 600 millones de dólares —el doble de lo que nos contaron— y a marzo de 2025 sigue sin producir como debe. Dicen que a finales de año llegará al 50% de su capacidad, pero hasta 2027 no estará al cien. Y para rematar, salió a la luz (vía Scherer en X, 18 de febrero) que le dieron contratos de 11 mil millones de pesos a QMAX, una empresa con historial de quiebra, mientras dejaban fuera a otra más confiable. Esto no es una refinería, es un monumento al desorden.
Deer Park: El fiasco texano
En 2022, Pemex compró Deer Park en Texas por 596 millones de dólares, diciendo que nos iba a salvar. En 2024 perdió 118 millones, según El Financiero (27 de febrero de 2025). Refina 268 mil barriles diarios, pero casi nada llega a México porque los contratos viejos lo atan al mercado gringo. No es una solución, es otro clavo en el ataúd.
Crudo que no pasa la prueba
Víctor Rodríguez, director de Pemex, reconoció en febrero que el crudo tiene problemas de sal y agua, lo que baja su precio en el mercado. Las exportaciones a Estados Unidos se desplomaron a 149 mil barriles diarios en enero de 2025, el nivel más bajo desde 2010, según la EIA. La producción anda en 1.48 millones de barriles al día (diciembre de 2024), 12% menos que en 2023. No estamos vendiendo menos, estamos vendiendo mal.
Producción en caída libre
Nos juraron 2.6 millones de barriles diarios para 2024, pero cerramos con 1.75 millones. En enero de 2025, Rodríguez dijo que subimos a 1.73, pero sigue lejos de la meta de 1.8 millones. Los campos están agotados, no hay inversión seria en exploración y las reservas nos alcanzan para 10 años si bien nos va. Esto no es un bache, es un precipicio.
¿Hundimiento total o salida forzada?
Pemex está quebrado, no hay vuelta de hoja. No paga, no produce lo que debería, y proyectos como Dos Bocas y Deer Park son un pozo sin fondo. El gobierno sigue metiendo dinero, pero con un crecimiento económico de risa (0.6% según Banxico) y las amenazas de aranceles desde Estados Unidos, no hay de dónde sacar más. Si esto sigue así, Pemex no solo se va a pique, se lleva las finanzas públicas con él. Los proveedores están al límite, y el país no puede seguir sosteniendo este desastre.
Pero hay otro lado de la moneda. Esta crisis podría ser el golpe que obligue a hacer algo diferente. Si el gobierno acepta que Pemex no puede cargar con todo y decide vender lo que no jala —como Deer Park o incluso Dos Bocas—, tal vez podrían enfocarse en sacar crudo y dejar que los privados entren al quite. No es bonito, pero podría quitarle presión a las finanzas y darle aire a la empresa. El problema es que eso va contra el discurso de la 4T, que sigue aferrada a la idea de que todo lo estatal es intocable. Sin un cambio de rumbo, esto pinta para tragedia.
Pemex enfrenta un futuro incierto donde su quiebra técnica es solo la punta del iceberg. Sin una reforma estructural, la empresa seguirá siendo un lastre para las finanzas públicas y un obstáculo para el desarrollo económico del país. La pregunta clave no es si Pemex puede sobrevivir, sino cuánto más podrá México cargar con su crisis antes de tomar decisiones difíciles pero necesarias.
En Bernez, creemos que el sector financiero y empresarial debe prepararse para los efectos de esta crisis, ajustando estrategias y buscando oportunidades en sectores menos vulnerables a la inestabilidad de la petrolera estatal.